sábado, 14 de marzo de 2009

EL PRINCIPIO



La verdad es que no sé por donde empezar, pero supongo que como cualquier historia que se precie, por el principio. Desde muy pequeña he sido una persona con unos deseos sexuales muy fuertes. Deseos, que en muchos caso, los he tenido que ir reprimiendo hasta hace muy poco. Durante mi adolescencia me masturbaba mucho. Recuerdo que me metía en la bañera a darme un buen baño y que aplicaba el chorro de agua sobre mi clítoris para calentarme, después jugaba con mis deditos hasta llegar al éxtasis. Ya digo que he tenido deseos de tener sexo a todas horas. Me gustaba, y me gusta que los hombres y las mujeres me miren y me deseen. De hecho, cuando tenía 15 años, me paseaba desnuda en frente de la ventana para que un señor casado que vivía enfrente, se masturbara viéndome. No hay nada que me ponga más, que ver a un hombre o una mujer excitándose. El problema es que me casé muy joven con un hombre más mayor que yo, y nunca él ha podido satisfacer mis deseos sexuales. A veces, me recuerdo escuchando a una pareja gemir en la habitación de al lado, mientras mi marido roncaba a mi lado. Me había hecho el amor 10 minutos antes, pero yo necesito al menos una hora para satisfacer mi sed. Una sed, que como digo, siempre sacio fuera de mi matrimonio. Desgraciadamente los hombres me han dado poco placer, y digo desgraciadamente porque me gustan mucho, pero he tenido que ir con mujeres para descubrir un nuevo mundo de sensaciones y placeres, hasta muy poco desconocidos para mí. Ya digo, que soy una persona muy sexual, muy ardiente, los hombres suelen asustarse al oirme gritar sin ningún pudor. Es una lastima que yo sea demasiado barco para tan poco marinero, pero una vez, y no hace mucho de esto, encontré a un hombre casado que se llama Sergio, que ha sido el único en llevarme al séptimo cielo, y hoy os voy a contar mi primera experiencia con él. Fue en noviembre pasado. Como cada tarde, yo salía a dar un paseo- siempre me han gustado los encuentros furtivos, y desde que salgo de casa, me pongo una ropa ciertamente provocativa para despertar la pasión entre la gente. Aquella tarde, yo estaba muy excitada, y el simple roce de mi piel con el tanga me hacía sentirme como una fiera, mientras imaginaba a una lengua golosa que me comía la entrepierna.

Recuerdo que fui caminaba por los jardines de Pablo Picasso en Málaga cuando lo vi, estaba sentado leyendo un libro, y sin saber la causa, me sentí atraída por él. Era alto, moreno y tenía una cara muy simpática. Alzó la vista y sonrió. Había algo en él que irradiaba control y seguridad. Se levantó y se puso delante de mi. Yo me hice un poco la interesante, y no lo miré, pero entonces me tomó del brazo- con cualquier otro, yo me hubiera ido de allí corriendo- y mi cuerpo sintió una electricidad muy fuerte. “ Siéntate conmigo” me dijó. No sé como lo hizo, ni recuerdo muy bien como lo hizo, pero en menos de media hora, yo estaba en su casa. Ese hombre, sabía exactamente lo que mi cuerpo y mis ojos estaban pidiendo. Yo traté de justificarme, trataba de decirle que sólo quería conocerle mejor. Ya sabéis, todas esas excusas que solemos poner algunas. Entonces se llevó su mano a la boca, y me la tapó para conducirme a un cuarto grande donde me dijo estas palabras: A partir de ahora, cada semana vendrás aquí cuando yo te llame, no quiero saber nada de ti, ni a que te dedicas, ni a nada, en las dos horas que te dedicaré el mundo soy yo, y tú eres mi mundo. Entonces me cogió del pelo, me tomó las manos y me ató a una cuerda en el centro de la habitación. Entonces sin que yo pudiera hacer nada- estaba muerta de miedo y de deseo. Sergio, se agachó y empezaba a comerme las piernas. Su lengua golosa y experta subía y bajaba por mis muslos buscando su patria salada y jugosa. Sus manos me sacaron los pechos de la blusa y con dos deditos, me tocó los pezones y me llevó al orgasmo: EN SÓLO 5 MINUTOS. Entonces cuando yo gemía de placer él se quitó de pronto, y se puso justo detrás, y sin más miramientos me la clavó en mi chocho. Fue increíble, pues durante más de 20 minutos me castigó con fuerza. Sin una pausa, sin un respiro hasta que su puso debajo y todavía sin soltarme las manos su puso debajo y me gritó, cabalga, cabalga hasta el final. Ya no te llamas Susana, te llamas la Diosa del Amor. Y mientras yo cabalgaba el iba masajeando partes de mi cuerpo que yo desconocía y que me daban infinito placer. Entonces, al meter su dedo en el culo, yo supe lo que venía después. Su delicadeza para meterla contrastó con la fuerza con la que me golpeaba. Oh dios que bendición, que delicia. Yo grité, grité, y grité hasta que él me soltó. Se puso otro condón y me hizo cosas que pienso contaros en mi blog para que entendáis lo que me gusta del sexo. Fueron 2 horas, de inmenso placer. Sobre todo porque cuando me iba, él insistió en quitarme las bragas y quedárselas. Acababa de ducharme y el cuando llegué a la puerta, metió su cabeza en mis muslos y me lo comió todo. JAMÁS, SI EXCEPTUAMOS A OTRAS MUJERES, UN HOMBRE ME HA COMIDO EL COÑO ASÍ, JAMÁS. Juró que no sé cuantos orgasmos tuve en aquel momento, ni recuerdo de cuantas diferentes variantes me folló Sergio, pero lo que si tengo claro es que aquello era el comienzo de algo que iba a cambiar mi concepto del placer. “ Te espero el lunes a las 5, me dijo, y con un movimiento de cabeza le aseguré que sí . Entonces cuando me iba, pude ver como había otra mujer en la casa. “ Tranquila, ya la probarás a ella también, no es mi novia, sólo alguien que viene aquí a disfrutar del sexo.

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